viernes, 26 de marzo de 2010

como hacer una introduccion?

Uno de los fallos más frecuentes en una exposición oral consiste en saltarse la introducción. Esto es como si al hacer un bocadillo te olvidas de poner la tapa. El resultado puede que sea apetitoso, pero desde luego no será un bocadillo.
¿Y cómo se hace una introducción? Para empezar, tenemos que adelantarle a nuestro público el tema del discurso que va a escuchar y presentarle brevemente el contenido y sus partes. De esta forma estará preparado para irlo asimilando.
Este es también el momento de ganarnos su favor (lo que se llamaba en la retórica clásica captatio benevolentiae). Esto se puede hacer de muchas maneras: con un pequeño chascarrillo que rompa la tensión, demostrando modestia, haciendo referencia a algo que sea importante para las personas que nos están escuchando… Por ejemplo, si estás hablando para un grupo de profesores alemanes de español puedes empezar saludando y diciendo algunas palabras en su lengua. No se trata de que lo digas perfectamente sino de que demuestres interés por ellos para que así puedas enlazar con ellos como personas.
Alguien que simpatiza contigo estará más predispuesto a escucharte. Con un grupo de gente nos comunicamos en dos niveles diferentes: el intelectual y el emocional. Nos van a juzgar por el contenido de nuestro discurso, pero también por la relación humana que sepamos establecer. Es más, si hay discordancia entre lo uno y lo otro, al final pesará más lo humano.
Todo esto no es ninguna moda que se hayan inventado en un curso de comunicación efectiva de estos que se estilan ahora. Venimos haciéndolo así desde los tiempos de la Grecia clásica, cuando los ciudadanos tenían que hablar ante la asamblea para defender sus intereses. Para esto era imprescindible convencer. Y para convencer se vio enseguida que había que empezar preparando bien al público. Fue entonces cuando se estableció la costumbre de, antes de nada, hablar de lo que se va a hablar; y también la de buscar el favor de los oyentes desde el momento en que abrimos la boca.
Si se ha seguido haciendo es porque resulta efectivo. Por eso es uno de esos clásicos que nunca se pasan de  moda.

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